PRIMERA SEMANA: San
Luis de Montfort
En
esta semana nos enfocaremos en el ejemplo y las palabras del primer gran
profeta de la consagración mariana. Comenzaremos conociendo algo de su vida y
luego reflexionaremos sobre los aspectos esenciales de su enseñanza mariana.
[Ten en cuenta que no podemos cubrir aquí todos los elementos esenciales de la
enseñanza monfortiana. Los elementos omitidos serán tratados en las semanas
subsiguientes.]
DÍA 1: El apasionado
santo de Bretaña
Echa
un vistazo a un mapa de Francia. Ahora fíjate en su forma. ¿Notas cómo una
parte se extiende, casi como si estuviera huyendo del resto de la tierra
continental, a punto de lanzarse en el Mar Céltico? Ese brazo prominente en el
noroeste del país se llama “Bretaña”, el lugar donde creció San Luis de
Montfort.
Hay
algo especial en Bretaña que parece haber tenido influencia sobre San Luis: sus
raíces celtas. Bretaña es considerada una de las seis naciones celtas, lo que
significa que su idioma y cultura célticos todavía sobreviven. (Así que puedes
olvidar lo de Bretaña estando a punto de lanzarse en el Mar Céltico. Ya se
encuentra adentro y nadando.) Y una parte de la cultura celta parece haber
penetrado profundamente en el corazón de San Luis: la fogosidad de sus
guerreros.
Desde
la antigüedad los guerreros celtas han infundido terror en los corazones de sus
enemigos. Si has visto la película Braveheart (Corazón Valiente), sabes a lo
que me refiero. Piensa en la figura intrépida de Sir William Wallace (interpretado
por Mel Gibson) y su loca pandilla de montañeses escoceses enfrentándose a un
enemigo inglés que los supera varias veces en número. Esto muestra algo de la
bravura del espíritu celta, pero la versión real es aún más intensa.
A
menudo cubiertos sólo con su pintura de guerra azul, los auténticos guerreros
celtas se volvían frenéticos con la sangre, se lanzaban al combate gritando
como locos y golpeaban y cortaban salvajemente a sus enemigos con enormes
espadas a dos manos. A pesar de su falta de disciplina, armadura y orden estos
hombres eran extremadamente efectivos en la batalla debido a su incomparable
pasión y ferocidad. A lo largo de la historia, nadie ha querido meterse con los
locos guerreros celtas.
El
papá de San Luis, Jean Grignion, debe de haber descendido de estos salvajes
guerreros pues nadie quería meterse tampoco con él. De hecho era conocido por
tener el temperamento más fuerte en toda Bretaña. Como dijo un autor: “Era un
volcán con erupciones frecuentes”. 9 San Luis, en cambio, era manso como un
cordero, ¿cierto? Falso. Confesó que su temperamento era tan fuerte como el de
su padre. Pero dirigió su pasión fogosa no a las amenazas y violencia sino a
trabajar para la mayor gloria de Dios — bueno, salvo el incidente en que noqueó
a dos borrachos que no habían dejado de interrumpir con gritos e insultos
mientras predicaba. Podemos entender mejor su excepcional pasión si
reflexionamos sobre su breve pero increíblemente productiva vida sacerdotal.
San
Luis sólo tenía 43 años cuando murió en 1716, habiendo sido sacerdote apenas 16
años. Sus labores incansables de llevar las almas a Jesús por medio de María,
especialmente la predicación de una sucesión interminable de misiones
parroquiales, causaron su muerte prematura. Como si estas agotadoras labores no
fueran lo suficientemente difíciles, Luis tenía que soportar la persecución
viciosa del clero y de los herejes jansenistas 10 incluso hasta el punto de
haber sido físicamente atacado y envenenado. A pesar de todo esto nuestro
guerrero indomable siguió avanzando en el campo de batalla, continuamente
predicando su camino característico hacia Jesús por medio de María. De hecho,
cuando algunos líderes de la Iglesia en Francia pensaron que habían puesto fin
a su proyecto, Luis hizo el viaje de mil millas a Roma y pidió consejo al Papa.
El Papa no sólo le ordenó volver a Francia para seguir predicando, sino que le
confirió el título de Misionero Apostólico. Nuestro santo obediente y
alegremente volvió a Francia y continuó predicando, escribiendo y soportando
con paciencia muchos sufrimientos por amor a Jesús, María y las almas.
El
ardor y fervor de San Luis inspiraron al joven Karol Wojtyła, el futuro Papa
Juan Pablo II. Pocos años antes de su muerte el Papa pudo realizar un sueño de
toda su vida al visitar la tumba de San Luis. En esa ocasión dijo: “Me siento
feliz de iniciar mi peregrinación en tierra francesa bajo el signo de esta gran
figura. Ustedes saben que debo mucho a este santo y a su Tratado de la
verdadera Devoción a la Santísima Virgen”. 11
¿Y
nosotros? ¿Tenemos fervor en nuestros corazones al comenzar este retiro?
Deberíamos tenerlo. O al menos deberíamos esforzarnos por tenerlo. El deseo y
la generosidad son elementos clave para hacer un retiro espiritual exitoso. Que
María interceda por nosotros y que el Espíritu Santo nos anime a pasar estos
días de retiro de manera consciente, a pesar de las fatigas, distracciones u
obstáculos. Y recordemos que lo que, quizás, tengamos que soportar en términos
de disciplina de oración, no es nada en comparación con lo que experimentó San
Luis, y que él mismo estará intercediendo por nosotros. Contando con su
intercesión y la de la Madre de Dios vamos a dedicarnos ahora mismo a este
retiro con la intensidad y el ardor de un guerrero celta — aunque sin pintura
en la cara ni gritos.
Oración
del día: Ven, Espíritu Santo, que habitas en María. Ayúdame a hacer este retiro
con generosidad y fervor.